miércoles, 24 de junio de 2009

el tráfico rodado nos llena de justicia y de razón

Si hay una circunstancia en la que nuestros impulsos agresivos salen al luz sin tapujos, esa es "el tráfico rodado".

Protegidos bajo el caparazón que nos ofrece nuestro vehículo motorizado y a sabiendas de que al amparo de la próxima luz verde podremos escapar somos capaces de convertirnos en máximos valedores de la violencia y la mala educación.

Aquí no nos salvamos ni uno, todos hemos gritado o insultado a algún conductor o peatón que nos haya molestado, estorbado, fastidiado, incordiado, o cualquier otro -ado. Ni que decir tiene que siempre que lo hemos hecho hemos tenido razón y eso nos ha dado autoridad para pensar que todas esas agresiones verbales o incluso físicas eran justas.

Si aquel que nos ha molestado es más bajito, tiene un aspecto más débil o tiene un coche más pequeño y más viejo, nuestras razones para agredirle crecen exponencialmente. Cuando nos desplazamos a pie somo mucho más condescendientes y callamos ante los empujones, pisotones y tropiezos, puesto que al no ir provistos de caparazón protector nos exponemos físicamente a una contundente respuesta desagradable.

¿Y todo esto a qué viene?

Me llamó cabrón. Se me puso el semáforo verde y él desde su semáforo rojo situado a mi izquierda quería pasar por delante de mí porque debía tener prisa. Como no le cedí asfalto para que se saltará a la torera el código de circulación se enfadó y empezó a lanzar por su boca todo tipo de palabras malsonantes, eso sí, el pobrecillo estaba cargado de razón.
Mi actitud fue la que acostumbro adoptar en estos casos: no mirar y no contestar, lo que cabrea más al del otro lado, pero para qué hacerlo si el energúmeno lo único que va a hacer es crecerse ante la adversidad e intentar remontar en el último minuto.

Eso sí, si yo hubiese sido mujer, es probable que además hubiera tenido que escuchar su invitación obscena y grosera para practicar sexo, o quizá me hubiera dado alguna lección express de circulación vial, aunque también cabe la posibilidad de que sin haberse enfadado hubiera utilizado la primera opción pero con sonrisa estúpidamente amable.

En fin, el tráfico nos transforma en seres deplorables cargados de justicia y de razón porque nos sentimos seguros detrás de la chapa y la fibra de vidrio

lunes, 15 de junio de 2009

nuestra casa no estará limpia

Habitábamos África y el clima nos obligó a desplazarnos para sobrevivir, hoy somos miles de millones más que en aquel momento y si algo similar vuelve a ocurrir y nos vemos obligados a realizar otra migración para que nuestra especie perdure queremos estar preparados para poder hacerlo.

La empresa no es fácil porque no todos cabremos en la superficie que sobre la Tierra quede como habitable en condiciones favorables, por lo tanto, tenemos previsto emprender un viaje que nos saque de aquí para colonizar otros planetas que en principio buscamos como probables dentro de nuestro sistema solar. A día de hoy esto no es posible y vamos preparando el camino lanzando vehículos aparatos que exploren esos lugares para que nos devuelvan información que nos permita evaluar nuestras posibilidades.

Todo esto resulta fantástico, unos seres tan insignificantes como somos logrando escapar a otros mundos porque el nuestro está empezando a advertirnos de que llegará un momento en que no nos soportará, o lo que es lo mismo, nuestra especie no soportará las condiciones extremas que se darán en él para continuar habitándole.

Ahora bien, hasta hoy no nos estamos encargando de recoger y reciclar los trastos inservibles que vamos dejando por ahí. Quiero decir con esto que empezamos mal, muy mal, ya nos hemos dado cuenta de que generamos unas cantidades ingentes de residuos que no sabemos hacer desaparecer y que en muchos casos nos limitamos a esconder debajo de la alfombra "para que nos lo vea la suegra" como sucede con los residuos nucleares.

Las sondas, satélites artificiales y vehículos exploradores que llevamos al espacio, a los planetas y a sus satélites naturales tienen una vida útil y nosotros los sabemos pero nos despreocupamos de ellos cuando ya no sirven porque nos resulta muy costoso económicamente ir a recogerlos o programarlos para que vuelvan en caso de ser posible. Lo que estamos haciendo es acumular escombro en nuestro posible futuro lugar de residencia, es como si lleváramos la basura de toda a la semana a la parcela en el campo donde pasamos el fin de semana.

Aunque por ahora no nos molestan no deberíamos caer en el mismo error nuevamente, aunque todo indica que nos movemos en esa dirección, y es que al parecer no escarmentamos y volvemos a pensar en lo que nos afectará mañana pero no en lo que afectará al mañana de nuestra descendencia, esa a la que tanto cuidamos cuando traemos al mundo ya la que legamos las consecuencias de nuestra imprevisión y comodidad.

Ojalá nos enmendemos para no tener que ver una pancarta del "Greenpeace del Espacio" colgando de los paneles solares de la Estación Espacial Internacional reclamando un cosmos limpio, saludable y poblado de manera sostenible.

lunes, 8 de junio de 2009

lucha de sexos en el homo sapiens

Llevo observando desde hace bastante tiempo una actitud curiosa en los homo sapiens, especie que se subdivide según su sexo en hembra y varón, varón y hembra.

Los miembros de esta especie permanecen agrupados en familias, a su vez en vecindades, luego en barrios, ciudades, provincias, países, etc. Mantienen relaciones sociales complejas y sofisticadas pero... los dos sexos que la componen batallan entre sí constantemente. Es curioso este detalle no sólo porque no es algo raro en el reino animal sino porque además, y siempre hablando en términos generales, se les ve alegres cuando están juntos los varones con las hembras y viceversa. es más, la supervivencia de la especie depende de la cohabitación de ambos sexos también en este caso.

Ocurre a menudo que cuando varios miembros del mismo sexo se reunen suelen aprovechar la ocasión para criticar, mofarse y subestimar al otro sexo, al que ellos califican de "sexo contrario", mientras que del otro lado ocurre exactamente lo mismo. A veces incluso crean debates en diversos medios de comunicación como la televisión para tratar este tema y hacer bromas en torno a él, y por otra parte establecen leyes que les permitan impedir que esta batalla llegue a extremos violentos puesto que hay momentos que incluso causa la muerte de algún miembro. Después se deshacen estos grupos y cada miembro se reune con el miembro del otro sexo con el que comparte su estancia en el planeta y ambos se comportan como si nada de lo anterior nunca hubiera tenido lugar. Cuando los dos sexos se mezclan, a menudo, se dedican muestras de afecto con una intensidad equiparable a la que emplean en criticarse.

Resultan un tanto absurdos embarcados en una batalla que nadie dirige, sin un objetivo concreto, que no saben quién ni porqué inició y lo que es peor, a la que no le encuentran final. Lo cierto que esta especie se caracteriza por ser capaz de protagonizar las más grandes contradicciones imaginables.

Teniendo en cuenta todo esto ¿no sería más lógico (dichosa palabra que siempre me persigue) que ambos sexos dejaran de enturbiar sus vidas criticándose?

lunes, 1 de junio de 2009

lo primero es sonreír

Vivimos en una sociedad maniatada por las prisas, las preocupaciones, el ansia de poder y el gusto por la opulencia y la ostentación.

Todo esto nos lleva a estar maltratándonos a nosotros mismos en una carrera sin fin para lograr poseer todo aquello que aún no hemos alcanzado y otros sí.

Hay unos pocos que dicen, y el resto así lo creemos, que lo han logrado. Probablemente sea cierto, pero:
- ¿cuál ha sido el coste?
- ¿han disfrutado en el recorrido?
- ¿disfrutan ahora, o por el contrario, han iniciado una nueva carrera?

Tengo un vecino al que todavía no conozco mucho pero que desde cierta distancia me enseña muchas cosas, todo lo que tengo que hacer es estar atento y observarle.

Esta vecino trabaja cerca de mi casa vendiendo La Farola, la publicación que le sirve para conseguir unos ingresos para subsistir, además aprovecha su estancia en la calle para pedir a la gente que le ayude económicamente para comer cada día.
Llevo viéndole desde hace meses casi a diario y siempre sonríe, no es que no esté enfadado o con gesto apesadumbrado, es que siempre sonríe. Si le das una ayuda te lo agradece con una sonrisa que te apaña el día y además es él quien te desea buena suerte dedicándote un "que tengas buen día tío", en navidad nos felicita las fiestas y cuando pasa alguien a su lado con niños les gasta bromas y juguetea con ellos.

Si damos un repaso a nuestra última semana seguro que hemos estado en algún momento de mal humor o tristes. Si nos ponemos en la piel de mi vecino es probable que encontremos motivos para sonreír cada día, aunque sólo sea porque hemos comido ayer, comeremos hoy y lo haremos con seguridad mañana, será comida caliente en invierno y fresca en invierno y lo haremos cómodamente sentados.

No deberíamos esperar a estar bien para sonreír, sino sonreír para estar bien. A todos nos cuesta un esfuerzo importante debido a nuestra forma de vida pero si estuviéramos contentos con más frecuencia independientemente de que sepamos si tendremos o no ésto o aquello, provocaríamos con toda probabilidad sin darnos cuenta que las cosas nos fueran mejor. Estoy seguro de que mi vecino obtiene más ingresos gracias a su sonrisa que muchos de sus compañeros que nos ofrecen gesto serio o triste.

Adelante entonces, es un esfuerzo rentable, sonriamos.