jueves, 11 de marzo de 2010

nadie es dueño de una vida


Hace 6 años Madrid, España, el mundo, vivió un momento dramático que nunca debió producirse.
Alguien decidió que montones de vidas podían desaparecer en favor de una causa.
La vida, esa maravillosa casualidad que tomó forma en un insignificante planeta de un sistema planetario como muchos, ubicado en una galaxia remota y común, es algo tan frágil como fuerte; algo que como ente natural lleva resistiendo las fuerzas de la naturaleza miles millones de años y que sin embargo de manera individual desaparece en sus miles de formas en cualquier fracción de segundo.
Nada ni nadie que no sea la misma naturaleza que la creó debería tomar parte en ese juego para hacerla desaparecer, simplemente porque ni siquiera uno mismo es dueño de ella del todo; cada uno nace cuando le toca y para morir debería suceder de igual manera.